Escrito por Joseph Magero
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado conjunto integral de intervenciones para dejar de fumar. Las intervenciones incluyen apoyo conductual brindado por profesionales de la salud, intervenciones digitales para dejar de fumar y tratamientos farmacológicos, según una primera guía sobre el abandono del tabaco.
La OMS recomienda la vareniclina, la terapia de reemplazo de nicotina (TRN), el bupropión y la citisina como tratamientos eficaces para dejar de fumar. Sin embargo, si bien esta guía representa un hito en la salud pública, también pone de manifiesto los graves problemas de accesibilidad económica que enfrentan los fumadores en el África subsahariana.
La crisis de asequibilidad en África
A pesar de los beneficios potenciales de estas directrices, la realidad para 77 millones de fumadores adultos en África subsahariana es desalentadora. El costo de los tratamientos recomendados sigue siendo prohibitivo para la mayor parte de la población.
De acuerdo a estudios recientes, El precio medio de un tratamiento completo de terapia de reemplazo de nicotina o de medicamentos con receta puede superar los ingresos mensuales de muchos hogares africanos. Esta barrera económica hace prácticamente imposible que millones de fumadores accedan a tratamientos eficaces para dejar de fumar.
La disparidad en el acceso a los tratamientos para dejar de fumar es un claro ejemplo de las profundas desigualdades sanitarias que persisten entre los países de altos y bajos ingresos. En muchos países africanos, los sistemas de salud ya están sobrecargados, con recursos limitados para la atención preventiva.
El elevado coste de los tratamientos para dejar de fumar agrava aún más estos problemas, dejando a muchos fumadores sin opciones viables para abandonar el hábito. Sudáfrica es actualmente el único país de África con directrices específicas para dejar de fumar.
Resulta desconcertante la omisión de la reducción de daños en las propuestas de la hoja de ruta de la OMS para abordar la crisis del tabaquismo. La mayoría de los países africanos destinan recursos mínimos —o ninguno— al control del tabaco. Sin embargo, la reducción de daños del tabaco es una intervención de bajo costo para los gobiernos, ya que los fabricantes asumen los costos de investigación y desarrollo, mientras que los consumidores cubren los gastos de compra. Además, aparte de ayudar a los fumadores a dejar el cigarrillo, los productos de nicotina más seguros tienen el potencial de prevenir que los fumadores comiencen a fumar.
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