A finales de este año, líderes de todo el mundo se reunirán en Ginebra en la COP11, un importante encuentro organizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para definir las políticas antitabaco. Si bien el objetivo es reducir las enfermedades y muertes relacionadas con el tabaquismo, el enfoque actual corre el riesgo de pasar por alto una de las mejores herramientas de las que disponemos: la reducción de daños.
La reducción de daños es un concepto simple pero humano: en lugar de simplemente decirles a las personas que dejen de fumar —un reto increíblemente difícil y, para muchos, simplemente imposible— debemos ofrecer más opciones.
Quienes fuman merecen tener acceso a alternativas menos dañinas como el vapeo, las bolsitas de nicotina y los productos de tabaco calentado. La ciencia ha demostrado que estos productos son significativamente menos dañinos que los cigarrillos tradicionales. No implican combustión, que es lo que produce el humo tóxico que causa cáncer, enfermedades cardíacas y otras afecciones mortales. Al eliminar el humo, se elimina la mayor parte del daño.
En todo el mundo, millones de exfumadores ya han logrado dejar de fumar al optar por estas alternativas. Países que han tenido en cuenta la evidencia, como Suecia, el Reino Unido y Nueva Zelanda, han experimentado una rápida disminución en las tasas de tabaquismo. ¿Su secreto? Ofrecer a la gente opciones más seguras —alternativas reales y prácticas al cigarrillo— en lugar de insistir en un enfoque de “todo o nada”. Sin embargo, en la COP11, en vez de celebrar estos avances, la agenda intenta desestimar la reducción de daños como una mera “narrativa”, ignorando tanto la ciencia como las vidas transformadas por productos más seguros.
Resulta aún más frustrante cómo países pequeños como Trinidad y Tobago suelen ser ignorados en estos debates internacionales, eclipsados por la poderosa influencia de donantes adinerados como Michael Bloomberg. Pero Trinidad y Tobago es mucho más importante que cualquier ego. La nación debe negarse a ser marginada e insistir en que su voz se escuche con claridad y firmeza.
Ha llegado el momento de que Trinidad y Tobago demuestre un verdadero liderazgo. La delegación debe pronunciarse con firmeza a favor de políticas basadas en la evidencia y defender el derecho a acceder a alternativas más seguras. En lugar de permitir que los prejuicios ideológicos dominen, pueden abogar por un diálogo abierto y constructivo que incluya todas las herramientas necesarias para reducir el tabaquismo.
Al defender la reducción de daños, Trinidad y Tobago no solo promovería su propia salud pública, sino que también sentaría un poderoso ejemplo para otros países pequeños y medianos, a menudo ignorados en estas negociaciones. Abogar por la transparencia, rechazar las prohibiciones generales de productos más seguros e insistir en que los consumidores tengan voz y voto son pasos cruciales para avanzar.
La reducción de los daños causados por el tabaco no es un truco ni una narrativa; es una estrategia que salva vidas. Trinidad y Tobago tiene el poder y la responsabilidad de alzar la voz por la ciencia, la equidad y el progreso en la COP11. El mundo observa. Es hora de pronunciarse.
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