El vapeo ha sido una prioridad en la agenda de la Unión Europea durante los últimos meses, con el Parlamento Europeo finalizando su versión del Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer. Sin embargo, el vapeo puede ser parte de la solución y salvar muchas vidas, argumenta Bernd Mayer, profesor de Farmacología y Toxicología en la Universidad de Graz (Austria).

El vapeo es un tema candente en la UE actualmente, con el Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer a la vuelta de la esquina. Entonces, ¿cómo debería abordarse el vapeo en la UE?

Un punto clave es comprender que vapear no es lo mismo que fumar. Tratar ambos de la misma manera sería un error. Está científicamente comprobado que vapear es menos dañino que fumar. Ante las 700.000 muertes anuales por enfermedades inducidas por el tabaco, y con una alternativa que, según Salud Pública de Inglaterra, es al menos 95% menos dañina, la UE debe respaldar el vapeo como método de reducción de daños para los fumadores.

A diferencia de los cigarrillos tradicionales, los cigarrillos electrónicos no emiten humo y la emisión de productos tóxicos de combustión se reduce en 99%. Por ello, el riesgo de cáncer a lo largo de la vida para los vapeadores es cientos o miles de veces menor que para los fumadores. Los estudios también demuestran que la función cardiovascular y pulmonar en los fumadores que se cambian al vapeo mejora drásticamente. Por lo tanto, el vapeo no se asocia con un riesgo grave para la salud clínicamente relevante y sí con beneficios para la salud pública cuando los fumadores se cambian al vapeo.

A pesar de toda esta evidencia, algunos informes se muestran escépticos respecto al vapeo, como el reciente informe SCHEER de la Comisión Europea.

El informe SCHEER dista mucho de ser un trabajo de investigación objetivo. Si bien la evaluación de los riesgos relativos es clave para el enfoque de reducción de daños, el informe se diseñó de tal manera que no permitía establecer comparaciones entre vapear y fumar. Esta solicitud resultó en un documento inútil, con escaso valor científico, que ignora por completo (intencionadamente o no) el concepto de reducción de daños. Desafortunadamente, algunos legisladores están utilizando este informe como instrumento para abogar por una regulación injustificadamente severa del vapeo.

“La salud pública ha transformado sus justificados esfuerzos por reducir las tasas de tabaquismo en una guerra injustificada contra la nicotina en la última década”

Sin embargo, a pesar de tanta investigación, el vapeo sigue siendo muy controvertido en muchos países. ¿A qué se debe esto?

De hecho, existen graves malentendidos entre el público general sobre el vapeo y sus diferencias fundamentales con el tabaquismo. Los conceptos erróneos son múltiples, pero la falsa percepción de la nicotina es, sin duda, un ejemplo particularmente preocupante y de gran relevancia. En 1976, el profesor Michael Russell, pionero en el estudio de la dependencia del tabaco y el desarrollo de fármacos para dejar de fumar, afirmó: “La gente fuma por la nicotina, pero muere por el alquitrán”. No obstante, la salud pública ha transformado sus justificados esfuerzos por reducir las tasas de tabaquismo en una guerra injustificada contra la nicotina en la última década.

Los medicamentos que contienen nicotina, como los parches o inhaladores de nicotina, son de libre venta y las autoridades sanitarias los recomiendan sin reservas a los fumadores. Sin embargo, estas mismas autoridades emiten advertencias periódicas sobre la nicotina presente en los cigarrillos electrónicos. De repente, declaran esta droga recreativa benigna, con propiedades similares a la cafeína, como una potente droga tóxica y adictiva. Al parecer, la nicotina sufre una misteriosa transformación, pasando de ser un remedio inocuo a una toxina mortal, al añadirse al líquido de los cigarrillos electrónicos.

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