Millones de exfumadores ya han comprobado de primera mano el poder transformador del vapeo para ayudar a los fumadores a abandonar este hábito mortal. Justo cuando estamos a punto de lograr un gran avance en la salud pública, la Unión Europea parece empeñada en sabotear este progreso.
La semana pasada, la Alianza Mundial de Vapeadores (WVA) entregó más de 100.000 firmas Al Parlamento Europeo, cada uno representando a un ciudadano que entiende lo que Bruselas aparentemente ignora: vapear salva vidas. Nuestra protesta, con una pancarta gigante y cajas simbólicas de los 27 Estados miembros de la UE, fue una súplica de los consumidores de toda Europa que temen que su camino hacia una vida libre de humo esté a punto de ser truncado por regulaciones desacertadas.
La trayectoria actual de la UE es alarmante. Los debates sobre la prohibición de sabores, las restricciones a las bolsitas de nicotina, la prohibición de vapear al aire libre y el aumento de impuestos a los productos de riesgo reducido amenazan con echar por tierra años de progreso en la reducción de los daños del tabaco. Estas posibles políticas no solo son miopes, sino peligrosas.
Seamos claros: Los sabores en los cigarrillos electrónicos no son un capricho superfluo. Son una herramienta crucial para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco combustible.Las investigaciones demuestran que los vapeadores que utilizan líquidos electrónicos con sabor tienen más del doble de probabilidades de dejar de fumar que aquellos que utilizan alternativas con sabor a tabaco. Al considerar la prohibición de los aromas, la UE está cerrando de hecho una vía de escape vital para millones de fumadores.
La ironía es palpable. Mientras que Suecia soportes A punto de convertirse en la primera nación europea libre de humo gracias a su enfoque progresista en la reducción de daños, el resto de la UE parece empeñada en retroceder. Al ritmo actual, la UE no alcanzará su objetivo de ser un país libre de humo hasta el año 2100: un asombroso retraso de 60 años que costará innumerables vidas.
Además, Los aumentos de impuestos propuestos para los productos de vapeo son una bofetada para los fumadores de bajos ingresos que intentan dejar de fumar.. En tiempos de incertidumbre económica, encarecer las alternativas más seguras no solo es una mala política, sino una crueldad. Inevitablemente, esto hará que la gente vuelva a fumar o la empujará al peligroso mercado negro.
La Comisión Europea afirma que estas medidas mejorarán la salud pública, pero la realidad es justo la contraria. Si de verdad queremos reducir el impacto del tabaquismo en la salud pública, debemos hacer que el vapeo sea más asequible y accesible, no menos.
La propuesta de prohibir las bolsitas de nicotina es otro paso desacertado en el enfoque defectuoso de la UE hacia la reducción de daños.. Al igual que las desacertadas prohibiciones de sabores y los excesivos impuestos a los productos de vapeo, la prohibición de las bolsitas de nicotina ignora la abrumadora evidencia de su eficacia para ayudar a los fumadores a dejar de fumar. El éxito de Suecia, donde las bolsitas de nicotina han desempeñado un papel crucial en el logro de tasas de tabaquismo históricamente bajas, es una prueba fehaciente de su potencial. Al considerar la prohibición de esta alternativa innovadora y mucho menos dañina, la UE corre el riesgo de repetir el mismo error que cometió con la prohibición del snus, negando a millones de fumadores en toda Europa el acceso a una herramienta probada para dejar de fumar.
Es hora de que la UE adopte plenamente la reducción de daños del tabaco. Necesitamos una regulación basada en el riesgo que reconozca que el vapeo, los cigarrillos electrónicos y productos similares son sustancialmente menos dañinos que fumar. Necesitamos políticas que empoderen a los consumidores para tomar decisiones más saludables, no que restrinjan sus opciones.
Las 100.000 firmas que entregamos representan solo una pequeña parte de los millones de europeos que han dejado de fumar con éxito gracias al vapeo. Sus voces y su salud importan. Es hora de que Bruselas los escuche.
La elección es clara: podemos apostar por la reducción de daños y salvar vidas, o podemos aferrarnos a políticas prohibicionistas fallidas y ver cómo las tasas de tabaquismo se estancan o incluso aumentan. Los 100 000 ciudadanos que firmaron nuestra petición ya han tomado su decisión. Ahora le toca a la UE tomar la suya.
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