Brasil tiene mucho que hacer en materia de reducción de daños

Como brasileño profundamente apasionado por la reducción de daños y la libertad individual, no puedo evitar sentirme frustrado cuando miro la situación del vapeo en Brasil. 

Es un país que parece anclado en el pasado, aferrado a políticas obsoletas y campañas alarmistas, mientras la gente paga el precio, literalmente, con su salud. Pero no tiene por qué ser así. Hay un ejemplo brillante: Suecia.

Suecia es líder mundial en la reducción de daños causados por el tabaco, y su éxito es innegable. Gracias a políticas innovadoras y un enfoque realista sobre el consumo de nicotina, ha logrado algo extraordinario: una tasa de tabaquismo históricamente baja de tan solo 5%. En esencia, ha logrado que el tabaquismo sea cosa del pasado, no prohibiendo alternativas, sino adoptándolas.

TEl enfoque brasileño: prohibición y estigma

En Brasil, el vapeo se encuentra en una zona gris legal. Los vapeadores, calentadores de tabaco, líquidos de nicotina y cualquier producto relacionado con THR están totalmente prohibidos. La postura oficial de ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil) es clara en su declaración: vapear es peligroso y debe evitarse a toda costa, principalmente por la juventud. 

Pero aquí está el truco: la gente sigue vapeando.

El mercado negro de productos de vapeo está en auge y carece por completo de regulación. En lugar de garantizar la seguridad de estos productos, la prohibición en Brasil expone a los consumidores a productos falsificados y potencialmente dañinos. Peor aún, la retórica en torno al vapeo en Brasil es alarmista. Campañas de salud pública, titulares y reportajes en las noticias locales demonizan el vapeo a toda costa, asociándolo con los cigarrillos tradicionales (o incluso diciendo que es peor), a pesar de la abrumadora evidencia científica mundial de que el vapeo es significativamente menos dañino.

Como resultado, los fumadores que podrían haber optado por una alternativa más segura siguen con los cigarrillos o se arriesgan a consumir productos no regulados, y los jóvenes consumen vapeadores del mercado negro. Es una situación en la que todos pierden.

Por otro lado, debemos fijarnos en Suecia. Esta pequeña nación escandinava se ha convertido en líder mundial en reducción de daños al hacer exactamente lo contrario de lo que hace Brasil. En lugar de prohibiciones, Suecia promueve el acceso a productos de nicotina menos dañinos, como el snus y, más recientemente, el vapeo.

El snus, un producto de tabaco sin humo, ha sido fundamental en la estrategia de Suecia. Si bien la UE prohíbe el snus en otros estados miembros, Suecia negoció una exención, reconociendo su potencial para reducir las tasas de tabaquismo. ¿El resultado? Una asombrosa disminución de las enfermedades y muertes relacionadas con el tabaquismo. Cuando el vapeo entró en escena, Suecia adoptó el mismo enfoque pragmático. En lugar de temerlo, lo adoptaron como una herramienta más para reducir los daños. Las autoridades suecas se centran en informar al público sobre los riesgos relativos de los productos de nicotina. El mensaje es claro: si bien ningún producto de nicotina es seguro, alternativas como el vapeo son mucho menos dañinas que fumar.

Y las cifras hablan por sí solas. Las tasas de cáncer relacionadas con el tabaco en Suecia son las más bajas de Europa. Piénsenlo un momento: un país que priorizó la educación y la accesibilidad en lugar de la prohibición es ahora líder mundial en salud pública.

Brasil insta a despertar y a ver el panorama general. La guerra contra el vapeo no beneficia a nadie: perjudica a los fumadores, fortalece el mercado negro y desperdicia recursos públicos en campañas ineficaces. El país debe cambiar su mentalidad de "dejar o morir" a la de reducción de daños. La gente siempre consumirá nicotina, y ofrecer alternativas más seguras es la forma responsable de avanzar.

Bueno pero ¿qué podemos hacer?

Como ya sabemos que la prohibición no funciona, deberíamos regular los productos de vapeo, asegurándonos de que cumplan con las normas de seguridad. Esto protegería a los consumidores y eliminaría el mercado negro. Además, otra cosa que definitivamente no funciona son las campañas basadas en el miedo, pero centrarse en educar a la gente sobre los riesgos de fumar en lugar de la relativa seguridad del vapeo puede cambiar las cosas por completo. Y por último, pero no menos importante, Dar a los fumadores la posibilidad de cambiar es la mejor manera de que funcione eficazmente.. En lugar de avergonzar a los fumadores, dales la libertad de elegir (ya que es su responsabilidad, naturalmente) para cambiar a alternativas más seguras, lo que significa hacer que los productos de vapeo sean legales, accesibles y asequibles.

¿Y por qué todo esto importa?

No se trata sólo de estadísticas de salud pública o de hacer que Brasil quede bien ante la comunidad internacional: se trata de vidas brasileñas reales. 

Todo fumador que no puede acceder a una alternativa más segura corre el riesgo de sufrir enfermedades devastadoras como cáncer, cardiopatías y accidentes cerebrovasculares. Quien compra un producto no regulado arriesga su salud. Suecia es una prueba clara de que un enfoque de reducción de daños funciona. Es hora de que Brasil deje de vilipendiar el vapeo y empiece a aceptarlo como una herramienta que salva vidas.

Como libertario y defensor de la reducción de daños, creo en la libertad personal. Las personas deberían tener derecho a elegir alternativas más seguras sin ser castigadas ni engañadas. El papel del gobierno debería ser informar, no controlar.

Sueño con un futuro donde Brasil siga el ejemplo de Suecia. Las tasas de tabaquismo se desplomen, la salud pública mejore y se salven miles, si no millones, de vidas. Ese es el país que quiero que Brasil se convierta, y empieza por liberarse de la cadena de la prohibición.

La elección es clara y espero que tomemos decisiones sabias. Hay vidas que dependen de ello.

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