Sí, sí, "no lo sabemos", pero es necesario contextualizar esta evaluación negativa. En particular, debemos cuestionar los argumentos retóricos que utilizan esta falta de conocimiento como argumento para oponerse a la THR.
No lo sabemos con certeza absoluta, y quizá nunca lo sepamos con total precisión, ya que la complejidad de la biología humana la convierte en un problema abrumador dada la diversidad de respuestas individuales y los sistemas biológicos potencialmente afectados. Sin embargo, podemos realizar estimaciones e inferencias muy sólidas a partir del conocimiento existente a corto y medio plazo, que es sustancial: cientos de experimentos bien diseñados sobre pruebas de emisiones, biomarcadores, estudios preclínicos e incluso clínicos indican claramente, en aproximadamente 10 años de observación rigurosa, que los riesgos (entendidos como el potencial de daño) del vapeo se reducen drásticamente en comparación con el tabaquismo. Esta inferencia a largo plazo es uno de los pilares principales de la THR (y de muchos otros temas abordados por la ciencia). Es importante comprenderla y defenderla.
No hay nada descabellado en realizar modelos y previsiones a largo plazo (décadas) basados en lo que sabemos ahora y en la evolución pasada: es una práctica común en muchas disciplinas científicas.
Si se debe rechazar o restringir severamente y regular excesivamente el vapeo porque "no conocemos los efectos a largo plazo", entonces también deberíamos rechazar o restringir drásticamente la promoción de políticas verdes para contrarrestar el cambio climático derivado del calentamiento global, ya que no podemos estar seguros de que estas políticas tengan éxito; no podemos avanzar 30 o 50 años y regresar con mediciones exhaustivas que muestren que las temperaturas globales aumentarán 1,5 o 3 grados o que no aumentarán en absoluto.
Analizar la evolución térmica a largo plazo de la atmósfera terrestre es un problema abrumador, al igual que analizar la evolución de los efectos biológicos a largo plazo del vapeo. Sin embargo, la falta de un conocimiento absoluto y preciso sobre los efectos a largo plazo no disuade a los gobiernos e instituciones de esforzarse por promover las energías renovables y los cambios de políticas. El argumento principal es que, independientemente de si la temperatura global aumenta 1,5 o 3 grados, estaríamos mucho peor si no hiciéramos nada porque no lo sabemos.
Sin embargo, al igual que quienes niegan el cambio climático, muchos detractores del vapeo sugieren no hacer nada (o oponerse o restringirlo excesivamente) porque desconocemos los riesgos a largo plazo. Esta actitud común es potencialmente desastrosa (¿cuántos fumadores enfermarán y vivirán menos durante las décadas que tardaríamos en saberlo?).
En ambos casos de inferir efectos a largo plazo (THR y cambio climático), todos los modelos y pronósticos dependen en gran medida de suposiciones sobre lo que ocurrirá en el futuro. Los escenarios de calentamiento global dependen de las políticas que se implementen a corto o mediano plazo; existe un espectro que va desde suposiciones optimistas hasta suposiciones pesimistas. No existe un plan definitivo y persisten muchas incógnitas e incertidumbres, pero nada de esto paraliza los esfuerzos.
Asimismo, cualquier modelado de los efectos biológicos a largo plazo de los productos THR también dependerá de lo que suceda en el proceso. Las prohibiciones o la regulación excesiva disuadirán a muchos fumadores de cambiar y frenarán el desarrollo tecnológico necesario para producir vapeadores que emitan aún menos contenido tóxico. La aceptación institucional de los THR (aunque sea muy crítica) crearía mejores condiciones para estas mejoras.
Además del cambio climático, la investigación farmacéutica que desarrolla medicamentos y vacunas también se basa en pronósticos a largo plazo basados en conocimientos médicos y biológicos previos y en un corto período de prueba. Prácticamente todos los medicamentos se lanzan al mercado después de hasta 10 años de ensayos controlados aleatorios. Por supuesto, es importante mantener una vigilancia constante, y existen ejemplos de medicamentos retirados del mercado una vez que hay evidencia de daños imprevistos o inesperados. Ningún defensor de la THR se opone a mantener la misma vigilancia sobre los vapeadores. Sin embargo, siempre es necesario tener en cuenta que puede ser muy difícil separar los daños detectados en los vapeadores de los daños previos y actuales tras largos historiales de tabaquismo (ya que la mayoría de los vapeadores son exfumadores o fumadores actuales).
Otro argumento erróneo sobre la falta de conocimiento de los efectos a largo plazo es que "nos llevó décadas descubrir los daños de fumar, y nos llevará décadas conocer los daños de vapear". Este argumento revela un profundo desconocimiento científico. Si bien a los humanos les llevó muchos siglos poder volar con seguridad (finalmente a principios del siglo XX), solo les llevó un par de décadas desarrollar los medios para llegar a la luna (1969). Si se inventaran cigarrillos hoy, el conocimiento real de la química analítica, la física y la química de los aerosoles, la biología humana y la ciencia médica haría que sus efectos nocivos fueran absolutamente evidentes en cuestión de meses o incluso semanas. No conoceríamos los daños con absoluta precisión, pero sí sabríamos que son perjudiciales.
Finalmente, la próxima vez que algún detractor de la THR diga: “Nos oponemos porque desconocemos los efectos a largo plazo”, dígale que ese mismo argumento rechazaría reconocer el calentamiento global y promover cambios en las políticas energéticas para responder a él. Siguiendo la misma lógica, esta persona no debería tomar ningún medicamento ni vacuna hasta que se realicen pruebas durante décadas.
Dr. Roberto A. Sussman
Instituto de Ciencias Nucleares
Universidad Nacional Autónoma de México
UNAM
Un comentario