En noviembre de este año, gobiernos de todo el mundo se reunirán en Ginebra para la COP11, la reunión mundial del Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT). Para África, la situación es crítica. Casi todos los países del continente han firmado el tratado, pero la realidad es que su aplicación sigue siendo deficiente. Existen leyes sobre espacios libres de humo, impuestos y advertencias sanitarias, pero su implementación es irregular. Los recursos limitados, la falta de voluntad política y la arraigada aceptación cultural del tabaco hacen que millones de personas sigan expuestas a enfermedades y muertes prevenibles.
Por eso la COP11 es importante. África no puede seguir combatiendo la epidemia de tabaquismo del siglo XXI con medidas a medias. Si bien las estrategias tradicionales como los altos impuestos, la prohibición de la publicidad y las políticas antitabaco son cruciales, no bastan. El continente necesita incluir la reducción de daños en el debate.
La reducción de daños es sencilla: facilitar a los fumadores el acceso a alternativas más seguras para que puedan abandonar la forma más peligrosa de consumo de tabaco: los cigarrillos convencionales. Productos como las bolsitas de nicotina, los cigarrillos electrónicos regulados o las terapias con nicotina medicinal no están exentos de riesgos, pero son mucho menos dañinos que fumar. En una región donde el apoyo para dejar de fumar es limitado y la aplicación de la ley es escasa, estas alternativas podrían marcar un antes y un después.
El debate suele plantearse como una disyuntiva: o aplicamos el CMCT a la perfección, o corremos el riesgo de socavarlo con nuevos productos. Pero este planteamiento es erróneo. África no puede permitirse el lujo de esperar a que las instituciones sean más fuertes y los recursos ilimitados. La reducción de daños no sustituye las medidas tradicionales; las complementa. Al regular cuidadosamente los productos más seguros, establecer estándares, evitar que lleguen a manos de los jóvenes y gravarlos de forma diferente a los cigarrillos, los gobiernos pueden reducir las tasas de tabaquismo más rápidamente, ahorrar dinero en atención médica y salvar vidas.
La COP11 representa el momento clave para que África exija un enfoque más realista y basado en el riesgo. En lugar de quedarse atrás, el continente puede liderar demostrando que el control del tabaco debe ser pragmático, no solo una aspiración. Para los responsables políticos africanos, la elección es clara: aferrarse a enfoques rígidos que no han dado resultados, o adoptar la reducción de daños como herramienta para cerrar la brecha entre las buenas leyes en teoría y los avances reales en materia de salud.
Sin una regulación adecuada, África ya está experimentando un aumento repentino de productos ilícitos y no regulados que inundan el mercado, lo que pone a los consumidores en un riesgo aún mayor.
No podemos esperar a que se apliquen a la perfección todos los artículos del CMCT antes de actuar. Al combinar las medidas tradicionales con la reducción regulada de daños, los gobiernos pueden acelerar la disminución del tabaquismo, proteger a los jóvenes y prevenir cientos de miles de muertes innecesarias.
El mundo estará pendiente en Ginebra. África debe hablar con una sola voz: la reducción de daños no es una amenaza para el control del tabaco; es la pieza clave que nos puede ayudar a cambiar el rumbo de una vez por todas.
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